EL BARRIO DEL TAMBOR
En casi todas las ciudades del mundo encontramos zonas geográficas, de indefinida circunscripción y de una marcada pertenencia popular, áreas cuyo nombre nos suena en el oído desde que nacimos y que en muchos casos no sabemos si existen o existieron y obviamente, donde quedaban. Eran los barrios “escondidos”.
Salvo los memoriosos o los historiadores, que en ocasiones lo citan imprecisamente, nadie termina de dar datos definitivos sobre su existencia ya que tampoco figuraba en los planos o en los mapas, al igual que hoy las villas de emergencia no figuran en ningún plano, ocupando muchas veces campos en blanco sin ninguna inscripción que las identifique como tales.
Nuestra ciudad encierra en sus entrañas, el misterio de zonas que se perpetraron en la memoria colectiva, invisibilizandose a través de los años ya que su mención quedó solo conservada por la oralidad o por los recuerdos de algunos poetas que le dieron palabra al tango.
Tal era el caso del Barrio de las Ranas o de las Latas (Parque de los Patricios, también llamado los Corrales Viejos), Catedral al Sur y Catedral al Norte (parte de Montserrat y de San Nicolás o sea el Microcentro de hoy), el Alto de San Pedro (San Telmo),
El Barrio del Tambor era uno de esos barrios “escondidos” que, sin quererlo, compartía el territorio de Montserrat y parte de San Telmo, y por supuesto, nos ocupa ya que su nombre se debe a que era la zona donde se agrupaban los negros que eran libertos, sus viviendas, sus Naciones, sus Sitios, sus historias.
No encontramos ningún plano donde figuren límites o zonas específicamente señaladas como el Barrio del Tambor (al menos hasta ahora, 2008), pero sí lo encontramos citado con ese nombre en varias publicaciones del Siglo XIX, donde lo ubican en un perímetro aproximado entre las calles Paseo Colón (al Este), Av. Independencia (al Sur), Av. Entre Ríos (al Oeste) y la calle Moreno (al Norte). Por supuesto que esta amplia zona que pertenece a Montserrat y a San Telmo no era exclusivamente un barrio de negros, sino que se la llamaba así porque en él, vivía gran cantidad de éstos junto con todo tipo de habitantes provenientes de todas partes y orígenes.
Área aproximada del Barrio del Tambor según interpretación del autor.
Plano Bianchi 1882
En ningún momento existió un “guetto” o algo similar. Simplemente que en sus calles vivían en estado de libertad, reunidos por origen, en algunos casos, o por familiaridad de parentesco en otros.
Es interesante conocer el punto de vista de Vicente Rossi: “La banda occidental del Plata fue un pandemonio de negros; poblaban en todos los rincones de Buenos Aires, siendo de su particular dominio unas veinte manzanas comprendidas en la jurisdicción de las parroquias de San Telmo, Concepción, Santa Lucía y Montserrat que formaban el famoso Barrio del Mondongo, haciendo marco al bajo del Riachuelo, la no menos famosa Boca,
Y ya que lo dijo Rossi señalemos que Barrio del Mondongo era otra denominación del mismo Barrio del Tambor, nombre que proviene del pueblo africano Mondongo (Bantú), cuyos miembros se acercaban al Matadero Central del Sur a pedir los restos de las faenas y todo lo que se tiraba a la basura. Entre los cortes de su preferencia estaba la panza o estómago vacuno también llamada libro. De ahí que genéricamente le quedó el nombre mondongo a esa parte de la vaca y por extensión y vulgarismo, al barrio.
A esta altura debemos decir que se le llamaba barrio del tambor a cualquier caserío de negros o lugar donde vivieran o se establecieran no aisladamente, tanto en la zona urbana como suburbana, de manera que se hablaba en plural y genéricamente de “los” barrios del tambor.
Como barrio en sí mismo el del Tambor obviamente no tenía entidad administrativa estuviera donde estuviese, ya que no aparece ni en los censos ni en los planos, aunque si en los documentos y escrituras; todos hablaban de esos barrios que no existieron para la realidad blanca del Estado virreinal ni del nacional más tarde. A tal grado existía esa zona como bien definida en la ciudad que un testamento de 1809 da como dato suficiente para su ubicación:”un cuarto de tierra perteneciente a dichas testamenterías, cito en el nombrado Tango de los negros, barrio de la parroquia de
El centro neurálgico del barrio llegó a ser, en la última década del Siglo XVIII, el Hueco de Montserrat, denominación que se le daba a las plazas y a los parajes de carretas y caballos.
Hueco de Montserrat 1844 – grabado, A.G.N.
El nombre se lo otorgó
En ese lugar se levantó una plaza de toros que funcionó desde Febrero de 1791 hasta principios de 1800, época por la que se mudó a la actual Plaza San Martín hasta 1819.
Esta plaza de toros fue uno de los factores de impulso comercial del barrio ya que en su entorno empezaron a aparecer, pulperías, casas de juego, ventas de todo tipo de productos de abastecimiento para la actividad taurina, mercados y por supuesto prostíbulos y peringundines.
Era famosa la calle Aroma, popularmente llamada “del pecado”, callejón de una cuadra que corría de Oeste a Este, paralelo a la calle Moreno y terminaba en el hueco o plaza, funcionando como toril de ésta, donde al caer el sol, el malandraje afloraba haciendo de la zona un lugar de peligrosa reputación.
Calle Aroma, al fondo la iglesia de Montserrat y la calle Lima, 1890.
Para ubicarnos hoy: la plaza de Montserrat estaba en la mitad de la manzana que hoy ocupa
Cuando se decidió trasladar la plaza de toros, el barrio entró en una marcada decadencia debido a que los comerciantes se empezaron a mudar hacia el Retiro, dejando muchas viviendas y solares abandonados y sumiendo aún más en la pobreza y la marginalidad toda la zona. Fue entonces que los negros empezaron a ocupar esas viviendas y edificaciones transformándolas en conventillos donde el hacinamiento y la promiscuidad eran el reflejo de la extrema pobreza en que vivían los afros. Un tipo de vivienda típica de esa época la describe Schávelzon: “…al parecer lo habitual era un terreno normal con una casa mínima de sala de adobe cocido o ladrillo, techo de tejas, aposento y cocina con un gran terreno al fondo. En realidad era el tipo de casa mas común en la ciudad para todos los pobres, blancos y negros.”
En la elección de la zona, posiblemente haya influido también la imagen de
Era común que en las procesiones, la imagen fuera llevada en andas acompañada de cantos, cirios y tambores provenientes de la feligresía negra que recorría con devoción las calles del barrio.
Otra de las características, en lo que se refiere a la población afro fue que en esa zona se radicaron la mayor cantidad de Salas de Nación o Naciones en casas que en ocasiones, eran compradas por ellos mismos o bien eran cedidas por algún amo. Se ubicaban principalmente en las calles México y Chile donde tenían sus tambos y canchas donde se desarrollaban los candombes en los días festivos y los Domingos. Francisco García Jiménez escribe en su Historia del Tango 1880-1930: “…una llamativa noticia de aquellos tiempos menciona una Casa y Sitio de Tango o Tango de los Negros que ocupaba un terreno de mil doscientas varas cuadradas en la parroquia de
Este aspecto es de real importancia en el difícil rastreo de los antecedentes afroporteños ya que las Naciones fueron el eje social de los negros reunidos por distintos motivos, entre los que se encontraba principalmente la recaudación de fondos para las “manumisiones” de sus compañeros, es decir el pago por la libertad a sus amos y dueños, la asistencia económica en caso de enfermedad, la organización de funerales y todo esto, financiado por la actividad que mas les gustaba que eran los bailes, donde aprovechaban para recaudar fondos.
En las Naciones además se mantenían las tradiciones de cada origen pero el denominador común se llamó Candombe que como representación privada de la coronación y ceremonia de los reyes africanos, se extendía hasta el baile multitudinario abierto a la comunidad al toque inconfundible del tambor. Este hecho (y lo anterior) fue denominador común entre las Naciones de Bs. As. y Montevideo.
Desde el punto de vista demográfico el barrio que más densidad de negros tenía era Montserrat con el 33,25%, le seguía San Nicolás con el 29,9%, Catedral al Norte y Sur,
Vivienda de una familia afro, en Bs. As a fines del Siglo XIX, A.G.N.
Teniendo en cuenta que Buenos Aires contaba con aproximadamente un 33% de población negra por 1810, llegada la mitad del siglo este porcentaje disminuyó sustancialmente. Poco a poco las clases acomodadas fueron poblando las zonas mas al Norte de la ciudad hacia el Pilar y el Retiro y junto con ellos se iban trasladando sus antiguos esclavos ocupando los suburbios humildes de dichas zonas. Mientras que por el Barrio del Tambor se quedaban los más pobres y sin trabajo fijo o simplemente los que no querían o no necesitaban emigrar. No nos olvidemos que los grupos sociales se reúnen en torno a sus fuentes de trabajo, tanto en lo rural como en lo urbano y poco a poco esta zona pasó a ser un área relegada del progreso ya que solo acumulaba pobres y los hacinaba en conventillos. Refiriéndose a este aspecto dice Oscar Natale: “ …el avance de los desclasados –y la mayor parte de los negros lo eran- hacia los nuevos focos de “la mala vida”, donde nació el Tango, o hacia el rancherío o el conventillo rejuntado o entremezclado con la abundancia.”
Los afroporteños habitaron el barrio del Tambor hasta que su presencia empezó a declinar allá entre 1860 y 1870 cuando las primeras oleadas de inmigrantes europeos los empezaron a desplazar de los conventillos y a ocupar los lugares que éstos tenían como propios. Ya en ese entonces la raza negra decaía por su baja natalidad, su altísimo porcentaje de muertos en las guerras y, obviamente, porque dejaron de “entrar” al país como lo habían hecho por mas de dos siglos como esclavos. Todo esto contribuyó al desmembramiento social de los afros, desapareciendo gran parte de sus sociedades y Naciones produciéndose, a la vez, una inevitable mezcla de sangre con la criolla, la europea y la indígena.
Y en ese proceso silencioso, sombrío y bastante tergiversado, se perdieron los rastros arquitectónicos, materiales, sociales, culturales y artísticos que llevaron al Barrio del Tambor a ser el “lugar”, el punto geográfico del negro en Buenos Aires tanto como en Montevideo lo fue el Barrio Reus y también hasta hoy en día, Barrio Sur y Palermo.
A nadie le importó conservar algo del barrio. Posiblemente los directamente involucrados no dimensionaron el despojo y la indiferencia de que fueron víctimas y mucho menos, imaginaron el valor histórico que esas paredes hubiesen encerrado para la posteridad.
Barrio donde el cuero y el fuego forjaron uno de los primeros ritmos nacidos en estas tierras: el Candombe y de él,
Matriz del mutualismo nacional, donde una cincuentena de Naciones tejieron las primeras redes de ayuda mutua y pertenencia social organizada del país.
Cuna de hombres y mujeres que defendieron con su vida esta patria que no eligieron. De artesanos, poetas, músicos, payadores y trabajadores en fin que a la par de cualquier blanco, criollo o europeo, sufrieron el estigma de pertenecer a la franja mas baja del escalafón social, no por elección sino por indigna herencia.
“Negros porteños”, A. Taullard 1927
El Barrio del Tambor me sugiere barro, olor a guiso de mondongo, carros tirados por caballos, gritos, ropa colgada, velas encendidas, palabras ininteligibles en kimbundu o lingala, sombras, lavanderas camino al río, amaneceres, viejos negros tomando mate, perros correteando de casa en casa, la letanía de alguna oración, el guitarrero atrincherado en el boliche con un vaso de caña como escudo, fogatas, los pies descalzos reptando, el susurro de un tambor acariciado por callos ancestrales que desatan la alegría y conducen el dolor al fondo de una botella.
Y luego el olvido…
El negro no pudo escribir la historia nacional porque prácticamente fue analfabeto, pero Vicente Fidel López en su Manual de Historia Argentina escribió: “La salvaje algazara que se levanta en el aire, de aquella circunvalación exterior, la oíamos –hablo como testigo – como un rumor siniestro y ominoso desde las calles del centro, semejante al de una amenazante invasión de tribus africanas, negras y desnudas.”
Tal vez estas líneas ayuden a comprender porqué ya no está.
Jorge Algorta
Febrero 2008